sábado, 22 de marzo de 2008

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Busca el significado en la locura, el orden en el caos y la realidad en la "ficción"

EL SUEÑO ES VIDA
-No estamos en el Paraíso -dijo tercamente el muchacho-; aqui, bajo la luna, todo es mortal. Paracelso se había puesto en pie.
-¿En qué otro sitio estamos? ¿Crees que la divinidad puede crear un sitio que no sea el Paraíso? ¿Crees que la Caída es otra cosa que ignorar que estamos en el Paraíso?
--Jorge Luis Borges, "La Rosa de Paracelso"

Anoche soñé que creaba. En ese instante de eternidad que es la inconsciencia, fuí Dios.
Me encontraba en un lugar cualquiera de un Cosmos determinado, o en el centro mismo de un Caos azaroso. Con un gesto, una intención, surgían ante mí formas y objetos que obedecían estrictamente a designios de mis caprichos, y sin embargo me eran ajenos. Surgían desde mí, pero no eran parte mía. Nacían, evolucionaban y morían, todo ello en el mismo breve momento sin fin ni principio. Yo conocía-percibía simultáneamente toda la secuencia de acontecimientos relacionados a cada uno y a todos esos objetos por mí soñados-creados. También era consciente de que no sólo era yo quien soñaba ser Dios; a su vez Dios soñaba conmigo soñando ser El. Yo era una emanación de Su Sueño, de Su Divinidad, por lo tanto era parte de El, una partícula de deidad, y también seguía siendo íntegramente yo. Mis objetos eran imperfectos, pero tenían un poco de Su Brillo Genial. Sin embargo, las imperfecciones que poseían, lejos de rebajarlos, los resaltaban, al contrastar así con notable evidencia su fracción divina, mi fracción divina.
Al final del sueño (¿o era al principio?), obedeciendo y desafiando la única constante cósmica (la entropía), sucedía la apokatástasis griega cabalística: todos mis objetos, buenos y malos, perfecciones e imperfecciones, volvían a confundirse conmigo, y a su vez yo con la Divinidad de la que emergí. Todos volvíamos a ser Uno y Todos, singular, plural e infinito, una circunferencia cuyo centro está en todas partes y su borde en ningún lado... Entonces me dormí. Y me senté a escribir...

No sé aún cuál es tu limosna, pero la mía es espantosa. Te quedas con los días y las noches, con la cordura, con los hábitos, con el mundo.
--Jorge Luis Borges, "
Tigres Azules"

Autor: alllwars.
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