lunes, 31 de marzo de 2008

Ludovica: ¡no te creo!

Estoy en una playa con un grupo de gente que no puedo identificar. Estoy como de costumbre bajo la sombrilla pero con la particularidad de que es de noche. De pronto, algo se precipita desde el cielo. Como si fuera un meteorito o inclusive un Dragón. Me alarmo un poco pero no demasiado. El resto de la gente parece estar tranquila. De pronto, estoy en el jardín de una especie de mansión. Hay muchos adolescentes. Soy una especie de detective y estoy intentando averiguar que ocurrió. Parece que ha ocurrido un crimen pero no sé bien que pasó. Tal vez un secuestro. Ahora parezco parte del secuestro. Estoy caminando por una calle que conozco y que me parece un poco tenebrosa pero ya es de día. Llevó a alguien tomado del brazo. Intuyo que yo, ya no soy yo. Al otro lado de la persona que llevo a del brazo hay un chico. De repente, estoy caminando por Av. Corrientes. Es de noche otra vez y camino junto a un ex compañero del secundario (nota: el ex compañero en cuestión me detestaba). Le digo: “Yo creo que lo del horóscopo chino es cualquiera. El otro puede ser. Pero creer en el horóscopo chino es afirmar que al menos de la mitad de nuestra clase era rata de madera y decime que la mitad nos parecíamos. No, no nos parecíamos. Y tal vez, la otra mitad búfalo. Pero no nos parecíamos todos. No tiene sentido”. Y él me contestaba: “Es verdad. Yo veo que hay diferencia. Lo noto porque algunos son mucho más activos y yo soy más tranqui”.
31/03/2008

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